6 de septiembre de 2007

¡SALVEMOS AL FLAGELO!

En aquel lejano 1998, las letras del primer Flagelo Revista aun revuelan por mi cerebro. En marzo del 2005, aun siento los nervios ante el micrófono a sabiendas que miles -para ser honesto, tal vez cientos... o decenas - de radioescuchas estarían pendientes de nuestra voz. El Flagelo, el azote. Creado para dar rienda suelta a nuestra imaginación y a nuestra imperiosa necesidad de expresarnos. Y es precisamente la expresión, la libertad de opinar y compartir el duro trabajo de nuestras neuronas -pocas, pero ¡como chingan!- es lo que debemos proteger. El Flagelo, el azote. También creado para desbordar nuestro humor, pero sobretodo nuestra manera de afrontar nuestros defectos y chingaderas. Para decirnos pendejadas, bah. Esto es el Flagelo, nuestro seudonimo grupal, cada vez que vociferamos contra algo que NO nos parece, cada vez que se discuten cuestiones políticas, religiosas o meras fumadas, cada vez que inventamos un nuevo apodo, cada vez que tomamos las chelas, cada vez que nos expresamos. Somos la irreverencia, somos Flagelo.

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